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Mujer afgana arriesga su vida para educar a niñas en Kabul

La discriminación hacia la mujer en Afganistán ha estado presente desde tiempos inmemoriales; sin embargo, pese a los muchos esfuerzos de organizaciones internacionales por erradicarla, se ha intensificado en las últimas décadas. 

En agosto del 2021, los talibanes impusieron la medida de prohibición del acceso de mujeres y niñas a la educación secundaria y universitaria. Aunque la ONU, todas sus agencias y expertos en derechos humanos han condenado la decisión y solicitaron su revocación inmediata, hoy, casi dos años más tarde, la medida se mantiene. 

Esto ha llevado a algunas mujeres cansadas de la opresión a desafiar a las autoridades y arriesgar su vida para impartir educación a niñas en el territorio, pues según la UNESCO, el 80% de las niñas y mujeres afganas no van a la escuela. 

Marzia, es una mujer afgana que estaba a punto de terminar su carrera profesional de Farmacia en la Universidad de Kabul, cuando los talibanes impusieron la prohibición. Sin embargo, no se quedó de manos cruzadas y junto a otras 10 mujeres decidió abrir una escuela clandestina a la que acuden alrededor de 1.500 niñas en edad escolar. 

«Son chicas que tienen entre 12 y 23 años. Estudiantes que no pueden ir a la escuela desde el año pasado», explica en declaraciones a RTVE.es desde Kabul. «En nuestra escuela estudian Informática, Lengua y también clases de inglés, para que puedan comunicarse en otros países, ya que no pueden continuar su educación dentro de Afganistán», explica. 

La mujer que no quiso reservar su nombre a pesar de los riesgos a los que se expone, manifestó al medio citado que se siente “poderosa” siendo mujer en Afganistán, pues los talibanes “tienen miedo de las niñas y de las mujeres” porque “si reciben una educación no van a aceptar a los clérigos”.

La mujer dicta clases escondida en un edificio de un barrio de la ciudad de Kabul. Con ayuda de los vecinos, estas 11 profesoras tienen la posibilidad de dictar las clases a sus alumnas, desafiando las normas impuestas por el régimen extremista islámico. 

«Les hemos pedido que si viene alguien de los talibanes y les preguntan si hay alguna escuela por aquí, digan que no», indica esta joven afgana. «Si hay algún problema nos avisan para que cerremos las puertas de la escuela ese mismo día o el siguiente«, expresa.

A pesar de que su labor es muy valiosa, la mujer manifiesta que ha recibido amenazas por WhatsApp y Facebook. “Nos envían cartas amenazantes diciendo que estamos ayudando al enemigo”, incluso, en una oportunidad le hirieron la mano y la cara para evitar que fuera a dictar clases a la escuela.

En cuanto a sus estudios, Kabul no se ha quedado cruzada de brazos, pues aunque le prohibieron ir a la universidad faltando seis meses para graduarse, ha optado por estudiar salud pública de forma virtual. 

«No puedo acabar mis estudios en la Universidad de Kabul y es doloroso para mí. Ahora estoy estudiando en una universidad de Estados Unidos«, afirma. 

Aunque la situación es difícil y en muchas ocasiones ha pensado en irse del país lo que la mantiene atada son las niñas a las que ayuda. “Si me voy del país con mi equipo, habría niñas a las que no podríamos ayudar y si nos vamos no tendrían ningún futuro», señala. «Temo por mi vida, pero irme del país sería la última solución«, recalca.

Véase también: Inscripciones abiertas a cursos cortos con el SENA ¿Cómo participar?

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