Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer es definido como un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar cualquier parte del organismo y se producen por “la multiplicación rápida de células anormales que se extienden más allá de sus límites habituales y pueden invadir partes adyacentes del cuerpo o propagarse a otros órganos”.
Las cifras oficiales de esta entidad indican que el cáncer es la principal causa de muerte a nivel mundial, tan solo en 2020 se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones, es decir, casi una de cada seis de las que se registraron.
Aunque estas enfermedades se pueden desarrollar en cualquier parte del cuerpo, se ha identificado que los tipos de cáncer más comunes son los de mama, pulmón, colon y recto y próstata.
De acuerdo con el último reporte de la cuenta de alto costo, “en los hombres, el tipo de cáncer priorizado más frecuente entre los casos nuevos reportados, fue el de próstata con el 17%, seguido del colorrectal y el de estómago que ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente. Entre tanto, en las mujeres, el cáncer de mama fue el más frecuente con el 28%, seguido del de cérvix y el de colon y recto”.
Sin duda alguna, esta enfermedad se puede desarrollar casi que en cualquier persona, pero expertos de la OMS aseguran que “alrededor de un tercio de las muertes por cáncer se deben al consumo de tabaco, a un elevado índice de masa corporal, al consumo de alcohol, a una baja ingesta de frutas y verduras y a la falta de actividad física”, por lo que tener una adecuada alimentación y buenos hábitos de vida contribuirían a reducir la posibilidad de padecer la enfermedad.
La dieta es la clave
Gracias a que la obesidad es un factor de riesgo para desarrollar el cáncer, es importante mantener un peso saludable. Según el doctor Diego Gómez Abreo, oncólogo clínico del Hospital Internacional de Colombia, es fundamental promover medidas de prevención que involucren reconocer oportunamente los signos de alerta, tener buenos hábitos de vida, y consultar con el profesional de la salud, ante cualquier duda o síntoma de aparición reciente.
Adicionalmente, explica que tener una dieta adecuada, nutritiva y rica en fibra ayuda a prevenir el desarrollo del cáncer de tiroides, esófago, hígado, colon, riñón, mama o próstata, que están asociados a patologías como la resistencia a la insulina por exceso de grasa corporal.
Por otra parte, según expertos de la Unión Internacional contra el Cáncer, el consumo de frutas y verduras ayuda a reducir la posibilidad de desarrollar varios tipos de cáncer, como el de boca y esófago, mientras que los cereales integrales pueden contribuir a prevenir el cáncer colorrectal.
Una investigación realizada por expertos del Servicio de Oncología y Radioterápia del Hospital Universitario Puerta del Sur en Móstoles, Madrid y del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario Ramón y Cajal, en Madrid, existe una relación entre la dieta mediterránea y la disminución de las posibilidades del desarrollo de varios tipos de cáncer.
“Varios estudios presentan evidencia sobre el papel de la dieta mediterránea (DM) en la protección contra el cáncer. Como estilo de vida, la DM incluye unos hábitos dietéticos y unas costumbres sociales muy favorables; además, va ligada a la realización de actividad física frecuente”, explican los expertos.
La dieta mediterránea incluye como fuente principal de calorías los cereales no refinados y las legumbres, también el consumo frecuente de frutas y verduras variado y ligado a cambios estacionales (“de temporada”).
Por otra parte, el aceite de oliva tiene un papel fundamental, pues es la fuente fundamental de lípidos. Adicionalmente, se debe tener un consumo moderado de proteína de origen animal, limitando las carnes rojas, procedente fundamentalmente de aves, huevos y quesos.
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