Tener un sistema inmunológico fuerte es fundamental para prevenir enfermedades graves que pueden afectar nuestra salud y nuestras actividades diarias. El sistema inmunológico combate y defiende al organismo de sustancias dañinas o extrañas, conocidas como antígenos.
El mundo está lleno de bacterias, virus y otros microorganismos que pueden ingresar a nuestro cuerpo y afectar su funcionamiento normal. En estos casos, las defensas del sistema inmunológico reconocen el antígeno y lo atacan de manera adecuada.
En ocasiones, el sistema de defensas puede debilitarse debido a factores como malos hábitos alimenticios y una vida sedentaria. Por lo tanto, es importante prestar atención a las señales y tomar medidas para fortalecerlo y evitar complicaciones.
Las defensas bajas indican que el sistema inmunológico no responde eficazmente contra infecciones. Esto puede deberse a deficiencias nutricionales, uso de medicamentos o enfermedades que afectan la inmunidad, como el SIDA, el lupus o el cáncer.
Algunos síntomas de defensas bajas incluyen infecciones recurrentes (como amigdalitis o herpes), enfermedades que demoran en curarse o se agravan fácilmente (como la gripe), fiebre frecuente, escalofríos, cansancio excesivo, náuseas, vómitos, diarrea prolongada, manchas en la piel y caída acentuada del cabello.
Para mejorar la inmunidad, es esencial adoptar un estilo de vida saludable. Esto implica realizar actividad física diariamente y cambiar los hábitos alimentarios, dando preferencia a alimentos que estimulen el sistema inmunológico, como nueces de Brasil, almendras, salmón, zanahorias y espinacas.
Cuando el problema es avanzado, es recomendable buscar la ayuda de un profesional. El especialista podría recomendar el consumo de suplementos dietarios y vitaminas como la vitamina C, vitamina E, vitamina A, omega 3, zinc y selenio.
