La noción de felicidad ha sido objeto de estudio desde los inicios de la humanidad, ocupando un lugar central en la filosofía y dando origen a diversas corrientes de pensamiento. Sin embargo, la felicidad no es solo un concepto filosófico; tiene repercusiones directas en nuestra vida cotidiana. Según el portal de psicólogos El Prado, «la percepción que tengamos de la felicidad influye en nuestra actitud ante la vida, pudiendo hacer que seamos más o menos felices».
Un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Hertfordshire destaca que la felicidad está vinculada a la forma en que enfrentamos las situaciones. La actitud proactiva o pasiva ante la vida afecta directamente la experiencia de la felicidad. En el experimento, aquellos que se consideraban afortunados completaron tareas más rápidamente que quienes se percibían como desafortunados.
National Geographic identifica cinco hábitos que pueden activar la producción de hormonas relacionadas con la felicidad: dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas. Estas hormonas, también conocidas como hormonas de la felicidad, desempeñan un papel crucial en el bienestar humano.
La médica psiquiatra Marcela Rizo explica que la activación de estas hormonas genera sensaciones de bienestar, mejora la productividad y el rendimiento en las actividades diarias. Para activarlas, se pueden adoptar diferentes acciones:
- Hablar sobre las emociones en voz alta: Identificar y nombrar en voz alta las emociones ayuda a mitigar la actividad de la amígdala, una región cerebral asociada a experiencias emocionales intensas.
- Mantener una alimentación adecuada: La dopamina, compuesta por un aminoácido llamado tirosina, puede obtenerse a través de alimentos como pollo, lácteos, aguacates, plátanos, semillas de calabaza y sésamo, y soja.
- Meditar: La meditación, práctica ancestral, contribuye al control emocional y eleva los niveles de dopamina y endorfinas mediante la respiración profunda.
- Disfrutar de la naturaleza y la luz solar: La exposición al sol y la luz intensa, así como pasar tiempo al aire libre, estimulan la liberación de serotonina y beta-endorfinas, aumentando la sensación de bienestar.
- Abrazar: El contacto físico, como abrazar, dar masajes o tener relaciones sexuales, favorece la producción de oxitocina, contribuyendo a una mayor sensación de bienestar.
La felicidad, por lo tanto, va más allá de un concepto abstracto; está intrínsecamente ligada a nuestras percepciones y acciones diarias. Adoptar hábitos que activan las hormonas de la felicidad puede ser una estrategia efectiva para promover el bienestar emocional y físico.
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